El tiempo pasa, nosotros envejecemos y empieza la pérdida de los sentidos.
Los sentidos nos dan información del entorno en el que vivimos para ayudarnos a sobrevivir. Con el transcurso del tiempo éstos van haciéndose más disfuncionales y pueden llegar a convertirse en un inconveniente.
La pérdida de los sentidos varía según el sexo y los genes de la persona.
Los varones demuestran que tienen el oído, el olfato y el gusto con más problemas, pero tienen la vista mejor que las mujeres. Según los genes hay gente que tiene más problemas visuales y mientras que otras personas involucran al tacto.
La visión empeora. Tienen menos campo de visión, algunos colores no los llegan a distinguir del todo bien, menos nitidez, pérdida de la sensibilidad y la retina tarda más en contraerse y dilatarse para dejar pasar la cantidad necesaria de luz.
La audición va ligada al equilibrio y ambas funciones se ven trastocadas. La estructura del sistema auditivo cambia por lo que la capacidad de escuchar sonidos disminuye y es más difícil centrarse en un sonido si hay ruido de fondo.
El tacto es necesario para notar el dolor y tener sensibilidad. Es peligroso no tener mucho tacto, pues podríamos sufrir graves consecuencias al no darnos cuenta de sensaciones negativas.
El gusto y el olfato van unidos y nos generan seguridad y deleite a la hora de comer. Sin ellos no podríamos alertarnos de peligros como comer algo en mal estado o de algún químico gaseoso nocivo para nosotros.
El deterioro es algo normal, pero se puede retrasar con estimulación sensorial.
Desde SeniorDomo queremos que nuestros mayores envejezcan sanos y felices en todo momento.
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