Los trastornos de la marcha en la gente mayor se puede entender como la reducción de la velocidad al caminar o la pérdida de la regularidad, la simetría o la sincronía de los movimientos corporales.
Los trastornos de la marcha tienen un gran impacto en el adulto mayor y han aumentado como consecuencia del envejecimiento poblacional.
Se trata de un problema frecuente en la tercera edad. Puede derivarse a causa de una enfermedad o, simplemente, como consecuencia de la vejez.
En caso de resultar a causa de alguna enfermedad, son varios los trastornos que pueden contribuir a provocar la marcha disfuncional.
Estos trastornos pueden ser neurológicos o enfermedades musculoesqueléticas.
La capacidad en los ancianos para incorporarse y caminar es muy importante para una movilidad independiente.
Estos trastornos pueden resultar una limitación en las actividades diarias.
La deambulación sin asistencia requiere atención y fuerza muscular adecuadas.
Por eso, son importantes:
- Un buen entrenamiento de fuerza.
- Entrenamiento de equilibrio.
Los altos niveles de actividad física ayudan a mantener la movilidad.
Además, los individuos que caminan de forma adecuada tienen mayor autoestima y muestran una participación más activa, además de reflejar mejor salud.
Aún así, existen riesgos de caídas y lesiones relacionadas con las caídas. Por eso, es importante complementar el ejercicio con dispositivos de asistencia como caminadores o bastones.
En el caso de no poder evitar la caída o tener algún problema mientras se va caminando, también es importante incluir algún dispositivo tecnológico que ayude a enviar un aviso de alarma o ponerse en contacto directo con algún familiar.
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