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¿Las personas mayores necesitan ayuda?

Ya hemos comentado en blogs anteriores que la vejez es una etapa natural de la vida que conlleva cambios y pérdidas y a la que tanto los mayores como sus familiares nos tenemos que adaptar.

Con los años las personas vamos notando como nuestras capacidades, tanto físicas como cognitivas, se van modificando y este hecho puede alterar nuestro grado de autonomía y, por lo tanto, nuestra situación de dependencia.

Como consecuencia nos acabamos preguntando: ¿las personas mayores necesitan ayuda?

Si miramos el transcurso de una vida el máximo esplendor a nivel aprendizaje, procesamiento de la información y buen estado de salud se sitúa alrededor de los 18-20 años, en la mayoría de las personas.

A partir de esta edad, pasamos por etapas en las que vamos adquiriendo unos máximos a nivel de funcionalidad (referente a la profesión que elegimos y a la construcción de vínculos emocionales estables) y después entramos en una fase en la que empezamos a notar que no tenemos nuestros reflejos al 100% ni nuestra salud como algunos años atrás.

Esta última etapa no tiene una edad determinada pero sí que está demostrado que a partir de los 50 años la memoria a corto plazo ya no es la misma, empiezan a surgir problemas de salud que no aparecían antes (por ejemplo niveles de colesterol altos) y también está comprobado científicamente que nuestro cerebro se reduce en un 15% alrededor de los 80 años de edad (Revista de divulgación científica TiTi, https://infotiti.com).

Si nos fijamos concretamos en personas de más de 65 años detectamos un incremento notable en las altas hospitalarias, también éstas suelen ser de mayor duración y las causas que motivan estas hospitalizaciones son, principalmente, alteraciones o enfermedades del sistema circulatorio, respiratorio, digestivo, por aparición de neoplasias o tumores, seguidas también por alteraciones en el sistema oseo-muscular, nervioso y por lesiones producidas.

¿Estamos preparados para el envejecimiento de nuestros mayores?

Ahora bien, la pregunta que debemos hacernos es ¿cómo podemos enfrentarnos a esta etapa para vivirla de la mejor manera posible? Y la respuesta la podemos plantear desde dos puntos de vista diferentes:

  • A nivel individual: cada persona debe pensar en su vejez a lo largo de toda la vida. Me refiero a que si tenemos buenos hábitos alimentarios, realizamos actividades físicas frecuentemente y mantenemos un nivel de vida social satisfactorio encararemos nuestra vejez con una muy buena perspectiva.
  • A nivel familiar: debemos escuchar, observar, respetar y conocer al máximo a nuestros mayores para procurar ayudarles en todo aquello que nos sea posible y que asegure su bienestar a lo largo de toda la vejez.

Si nos centramos en el punto de vista de las familias tenemos delante de nosotros un gran reto: el no saber detectar cuando una persona mayor necesita nuestra ayuda.

A lo largo de todos estos años realizando actividades con gente mayor, ya sea sobre hábitos saludables, gestión emocional, sobre cómo relacionarse con los demás, etc., me he encontrado con una opinión compartida por todas y todos y es la de “no querer molestar a los hijos” o “no querer dar faena a los demás”.

Esta actitud lleva a las familias a no saber qué le ocurre a sus mayores, a no tener constancia de dolencias que están viviendo e incluso a no poder acompañarles al médico porque no les avisan de cuando tienen hora o bien porque quieren ir solas/os.

¿Cómo anticipar que nuestro mayor necesitará ayuda?

Lo que sí podemos hacer – y debemos hacer– es estar muy atentos/as a todos aquellos cambios tanto de salud, como de conducta, como de hábitos que pueden ser un indicio de que nuestros mayores pueden necesitar ayuda o cierto grado de supervisión en su día a día:

  • Oído, saber si va perdiendo audición y cómo esto le repercute en sus relaciones, conocer si tiene el volumen de la televisión muy alto y proponerle el uso de auriculares para no molestar a los vecinos.
  • Vista, es uno de los sentidos que más se ve afectado por la edad y es importante mantener al día las revisiones periódicas y contar en casa con un buen sistema de iluminación.
  • Conocer sus hábitos del sueño, es normal que con la edad las horas de sueño vayan disminuyendo pero hay que estar alerta para detectar si una persona no descansa lo suficiente y esto repercute en sus actividades diurnas. Es muy importante también detectar posibles apneas del sueño, más frecuentes en personas mayores y con cierto grado de obesidad.
  • Saber qué alimentos compra, cómo los conserva en la nevera y cómo los cocina.
  • Estar al día de sus revisiones médicas y de la medicación que necesita tomar, así como conocer cuándo se le está por terminar un medicamento para que no se quede sin él.
  • Comprobar que continúan aseándose, el cuerpo diariamente y el cabello con menos frecuencia (por la dificultad física que conlleva) pero siempre que sea necesario.
  • Saber cuántas veces sale de casa, con qué motivo y conocer si va sola/o o acompañada/o.
  • Cuando estemos con él o ella notar si pierde el equilibrio al caminar o si se mantiene firme. Registrar si se tropieza al caminar, si va más lento/a que otra veces.
  • Detectar cambios de humor, notar si la persona ya no está tan comunicativa que siempre, si ya no le hacen gracias los chistes, etc.

Si conseguimos conocer cómo se encuentran nuestros mayores en estos aspectos podemos prevenir cualquier situación negativa que esté en camino.

Hoy día comprobamos que el tema de la dependencia o la supervisión de nuestros mayores no es un tema de conversación dentro de las familias y esta ausencia provoca que cuando ocurre alguna situación complicada, cómo podría ser una caída que requiere operación y posterior cuidado las 24 horas, no se tiene ninguna opción pensada ni ningún plan previsto sobre cómo actuar.

Entonces se toman decisiones apresuradas, poco pensadas y menos consensuadas como podrían ser una persona cuidadora en casa, trasladar la persona dependiente al hogar de los hijos o institucionalizarla durante el periodo de rehabilitación, teniendo en cuenta o no la voluntad de la persona.

Es muy importante la prevención en el cuidado de nuestros mayores y la comunicación entre ellos/as y las familias sobre posibles situaciones que se presentarán en un futuro cercano o lejano y cómo reaccionar ante ellas.

La teleasistencia como herramienta preventiva para las familias

Es esencial mostrar a nuestros mayores la importancia también de esta prevención y de cómo un sistema de teleasistencia implantado en su hogar permite a sus familiares conocer cómo es su día a día y notar esos cambios que pueden hacer saltar la alarma de que algo no va bien.

Este método, cada vez más modernizado, pasa inadvertido para el habitante de la casa y esto es esencial para que nuestros mayores no sientan ni que nadie los vigila ni se vean forzados a cambiar ninguna de sus pautas de comportamiento.

Un sistema para que las familias que no disponen del tiempo que querrían para cuidar a sus mayores puedan tener conocimiento del día a día de sus madres, padres, abuelos y abuelas y que al mínimo índice de riesgo puedan actuar con rapidez y efectividad.

que no ocurra lo contrario: actuar cuando se presenta una situación crítica que no hemos sabido detectar a tiempo.

Desde SeniorDomo mantenemos la firme idea de que las personas mayores deben seguir activas física, mental y socialmente. 

Para más información sobre nuestra solución de teleasistencia contacta con nosotros haciendo click aquí.

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